Uno tras otro, los chicos van dejando la casa en silencio. Sus risas al desayuno serán siempre echadas de menos, con esas caras entre ausentes y hambrientas, con el cabello enredado entre ideas incompletas.
Los platos se juntan en el sitio de siempre, la hora dándome un poco más de tiempo. La cuchilla rasura para dar paso a la piel que quiere dejarse sentir. Estoy listo y me dirijo a la ventana, tomo la pastilla y espero en el sillón.
La sangre corre de un lado a otro. Tiene espacio de sobra, hay un músculo que la empuja, uno que a veces no aguanta, una emoción tan azul.
Imagen de Sildenafilo tomada de Wikipedia.
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