martes, 1 de mayo de 2012

Transmisión en diferido


El salto de década, marcaba algunas veces un cambio de rumbo. Si la banda sonora era puramente cruda, era hora de hacer revolución, jugar con el corte de pelo, rasgarse las ropas y usar poco jabón. Si los sonidos sintéticos empezaban a llenar cada rincón, era hora de creerse el cuento de haber llegado al futuro, vestirse de plástico y caminar como robot. Mientras tanto había un millón de melodías de otra época que se quedaban esperando en algún cajón olvidado.

Descubrí un par de bandas fuera de tiempo, y me perdí en sus canciones sin poderle explicar a nadie lo bien que me sentía. Se convirtió en un rito necesario, y con el paso de los años, retrocedí cada vez más hasta que nuevamente tuve que recorrer el camino en el sentido contrario. Tuve que negociar los horarios de audición con mi mujer y los vecinos, cuando lo correcto hubiera sido importunar a mis padres.

Ante un largo silencio, lo mejor siempre es subir el volumen.

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