miércoles, 30 de noviembre de 2011

Siete minutos


Cada vez que miraba el cable cortado, me preguntaba si el aparato estaría averiado. Un cable así  puede significar varias cosas: Algún gracioso con 2 cervezas de más y una navaja afilada o una solución final a una avería que a nadie interesa reparar.

Decidí que era hora de obtener una respuesta. Cable, clavija, pela-cables, alicates, destornillador y una regleta para hacer una unión impecable. Mi amigo de siempre, en el bar de siempre para las cervezas de siempre, a una hora en la que nadie necesite demasiado entrar en el baño de las chicas. Mi amigo entra primero, hace las fotos del “antes” y cuando sale, brindamos por mi audacia y me lanzo a la tarea. Todo cronometrado, para futuras referencias.

Pelar un poco la punta del cable, dejar los 3 cables interiores a la vista, pelarlos igualmente y empezar a ponerlos dentro de la regleta para atornillar y dejar todo a punto.

La hora de la verdad. Al conectar el aparato, puede no pasar nada y al presionar el botón puede o no funcionar nuevamente. También puede pasar que el aparato haga corto circuito y si tengo suerte no me llevaré una descarga. Tengo todo en mis bolsillos, no me dejaré nada por si tengo que salir de improviso.

La clavija en la toma de corriente. Luces abajo y la música para de sonar. ¿Dónde ha quedado la puerta?

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