jueves, 2 de mayo de 2013
Barwiniano
Me recibieron con una copa de vino a la que siguieron un par de botellas antes de salir a pasear. La boca del metro nos tragaba desde lejos y nos llevó a la playa vacía de aquella hora de la tarde.
Desde aquí se ve el mundo, pero nadie te lo dice. Desde aquí se va al mundo, tan viejo o tan nuevo como te lo encuentres al llegar. Metemos los pies en el agua y luego vamos andando despacio, dejando un par de huellas que nadie ha vuelto a ver.
Al llegar al otro lado, se ha puesto el sol y ya no nos vemos igual, pero el efecto del alcohol sigue con nosotros y vamos directo al primer bar. De todos los sitios que he encontrado en cada lugar, ninguno me es tan familiar como un bar y ninguno tan desconocido como una vieja catedral.
Foto, Getty Images.
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